EL PROBLEMA
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Nos parece que la hipótesis de la crisis social y mundial que hemos sostenido en el tiempo, se ha venido cumpliendo y que avanzamos hacia un oscurecimiento creciente.
No sabemos qué podrá ocurrir con el ser humano de continuar el proceso en esta dirección. Una característica de esta crisis es el proceso de desestructuración, que ha ido generando la ruptura de los vínculos y la descomposición del tejido social. Las instituciones y formas de organización social de la etapa anterior, ya no responden a los fines que declaran y así, millones de individuos van quedando aislados. Algunos, buscan infructuosamente recomponer lo que alguna vez conocieron, mientras las nuevas generaciones, por su parte, responden generando subculturas.
En todos los casos se trata de intentos compensatorios. Aparecen entonces los nacionalismos; los fundamentalismos; las barras deportivas; las pandillas; las tribus urbanas; las bandas delictivas; etc., como intentos de organización y recomposición de vínculos que permitan cierta identidad común y operatividad conjunta. Hasta las evolutivas integraciones regionales se ven afectadas de una suerte de chovinismo, cuando dejan de comprender su papel en un sistema de integración creciente y mayor. El tejido social está desestructurado. Los vínculos tradicionales fueron barridos y comienzan a ser reemplazados. Esto acarrea desequilibrios psíquicos para quienes buscan apoyarse en un paisaje anterior, si no existe respuesta de adaptación creciente.
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